Angelus, Mural del Monasterio de San Pelayo, Madre Alejandra Izquierdo
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. (Lc. 1, 26-38).
El Evangelio comienza diciendo: “El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea…” En realidad, la aparición del ángel es una posibilidad con la que cuenta todo ser humano y el ángel de Dios nos es enviado siempre en esos momentos de silencio interior. La aparición del ángel es una experiencia interior… Esta experiencia interior de María y de cada uno de nosotros nos permiten escuchar “voces” que nadie es capaz de decirse a sí mismo: se trata, entonces, de estar atentos para descifrar un mensaje que nos sobrepasa. ¿Cuál es el mensaje del ángel para mí?
El ángel Gabriel comienza con un saludo: “Alégrate”, favorecida, el Señor está contigo. “Alégrate” (Jaire, kejaritomene). Ese “Alégrate”, ese “Jaire” es mucho más que “Alégrate”, quiere decir: “exulta de gozo, baila, danza…
Alégrate es la primera palabra de Dios a toda criatura. En medio de estos tiempos difíciles llenos de incertidumbre y oscuridad, lo primero que sorprendentemente se nos pide es no perder la alegría. Sin alegría la vida se hace difícil y dura. No es una alegría engañosa, es una alegría fundada en la certeza del amor de Dios, de sentirnos amados por Dios.
“El Señor está contigo”. Ese es el motivo por el que María puede exultar de gozo. “El Señor está contigo”. Es la experiencia humana más fundamental de nuestra vida. No estás solo/a… ¿por qué ese miedo a la soledad? El Señor está contigo. Alguien te acompaña siempre. “Ella se turbó ante estas palabras”. Realmente, serían un “schock” para María estas palabras, Ella quedó impactada, desconcertada a nivel de su cabeza…eran demasiadas impresiones para una muchacha tan joven. Se siente asombrada ante el misterio de Dios
“No temas, María, has encontrado gracia ante Dios” … El ángel la llama por su nombre: María. “No temas, María”. El nombre tiene una importancia particular en la cultura bíblica, es la expresión del amor de Dios. Dios nos llama a cada uno por nuestro nombre, nos ama personalmente. Dios nos ama como únicos… Sólo Dios puede amar así y siempre que Dios irrumpe en nuestra vida nos dice: “no temas”. El nos libera siempre de nuestros miedos. El miedo nos domina y nos paraliza en nuestro camino. La voz del ángel despierta en María una gran confianza…
“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. A María, Dios le promete un hijo que llevará por nombre Jesús, que significa Dios salva, Dios es Salvador; y salvación quiere decir: Vida plena. Y María pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” María, mujer de fe, conocía las normas morales de su época que le impedía las relaciones sexuales antes de los desposorios.
María pregunta: ¿Cómo puede ser eso?
También nosotros, a veces, nos preguntamos: ¿Cómo puede ser eso?, ¿Cómo podremos comenzar una vida nueva? ¿Podríamos superar nuestras tendencias negativas y abrirnos a la ternura y a los deseos de felicidad que llevamos dentro?, ¿Voy a ser capaz de dejar mis enganches?, ¿cómo voy a superar la imagen negativa que me frena y abrirme a la Vida que Dios me ofrece?
Una vez más, la respuesta es sencilla: Dios se encargará de todo: “El Espíritu del Señor te cubrirá con su sombra”. El Espíritu, es decir, la fuerza poderosa de Dios, actuará en tu seno virginal. Lo imposible se hará posible. Nosotros también necesitamos recordar que el Espíritu nos cubre como una nube con su sombra. Su Presencia está en nuestra vida. Necesitamos renovar nuestra confianza en este día en que celebramos con alegría esta fiesta de María.
Y el ángel le da a María una señal: “Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril” … (En Israel, ser estéril, era un oprobio para las mujeres). Es una llamada a la confianza total porque Dios puede hacer fecunda nuestra vida estéril, (lo que hay de estéril en nuestra vida Dios puede hacerlo fecundo).
María responde: “Aquí está la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”. María expresa su “sí” radical a Dios. Esa actitud de María de total disponibilidad y confianza, es la que Dios nos invita a vivir. Dios necesita la colaboración de nuestra libertad para realizar su obra de humanización en el mundo.
La Fiesta de María Inmaculada, en medio del Adviento, no es un paréntesis para los que nos preparamos a la venida del Señor en Navidad. ¿Qué significa hablar de María inmaculada? Hablar de la Inmaculada es tomar conciencia de que en un ser humano (María) descubrimos algo, en lo hondo de su ser, que fue siempre limpio, puro, sin mancha alguna, inmaculado. También hay una parte de nuestro ser que nada ni nadie puede manchar, es nuestro auténtico ser .
El testimonio de María pone de relieve lo que es prepararnos al Misterio del Dios encarnado, que es el Amor gratuito de Dios que renueva nuestra esperanza. María acoge ese Amor de Dios. Con María, la humanidad aprende a decir “sí” a Dios. Nosotros también podemos decir sí a Dios en nuestra vida.
Que hoy, en la fiesta de la “Llena de Gracia”, podamos cada uno de nosotros renovar nuestro sí a Dios como María: “Hágase en mí según tu palabra”.
P. Benjamín García Soriano.