En las primeras Vísperas de la SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, la comunidad se reunió en la Sala Capitular para dar comienzo al Rito de Iniciación al Noviciado de Francisca Lagos. En este rito, la postulante recibe el hábito de la vida monástica como signo de la VIDA NUEVA que inicia -siendo el velo blanco signo de castidad y obediencia- y se compromete a seguir la Regla de San Benito «confiando no en las propias fuerzas sino en la misericordia de Dios» (Ritual de Iniciación al Noviciado).
Compartimos algunas de las palabras de nuestra Abadesa dirigidas a la Comunidad y a la Novicia:
PALABRAS DE MADRE ALEJANDRA, ABADESA
La MADRE DE DIOS nos vistió con VESTIDO de salvación, y con manto de justicia nos cubrió.
Extendió la nube para protegernos y la columna de fuego para darnos LUZ.
Liturgia
Damos gracias al Señor que te llama y en ti nos llama a todas a renovarnos en este camino monástico Nos unimos a tu alegría de poder vestir el Hábito monástico. Nos dice el Apóstol, revistámonos de las armas de la LUZ… Revestíos mas bien de Jesucristo… transformáos mediante la renovación de vuestra mente de modo que podáis distinguir cual es la voluntad de Dios, lo bueno, lo agradable, lo perfecto… formando un solo cuerpo donde cada miembro está al servicio de los otros miembros (Rm13,12s. 14,5).
Esto es una verdad grande de nuestra vida y hoy el Señor te lo expresa a través de esta nueva vestidura y de este resplandor. Después de la resurrección, el Señor, como los ángeles que la anuncian (Mt28,3), sólo guarda de los vestidos, lo esencial: el resplandor, signo de su gloria; y sin embargo, los ojos todavía no bien abiertos de María Magdalena o de los peregrinos de Emaús no ven en un principio, sino a un hortelano o un viajero (Jn20,15; Lc24,15s): es que la gloria no se manifiesta sino a la luz de la fe plena. Pidamos tener esa fe plena que nos hace ver su LUZ.
Al ir reflexionando esto, y luego esta mañana sorprendernos con la gran inusitada y asombrosa nevada que Dios nos regaló: “el cielo y la naturaleza te acompañan en este día” para darte un día alegre de los de tu infancia en Coyhaique.
El amanecer así todo nevado, nevando, era una imagen de LUZ, de resplandor, de alegría que se despertaba en las monjas también.
¡¡Salimos hacia afuera impulsadas por esta LUZ!! por este signo especial.
San Benito también salió. Salió de las ocupaciones del mundo para agradar sólo a Dios. Se retiró ignorante a sabiendas y sabiamente indocto (San Gregorio Magno, Vida de san Benito, Prólogo). Buscando el hábito de la Vida Monástica.
En las nuevas Orientaciones de la CIVCSA, “VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS”, se plantean los desafíos de la Vida Consagrada a los cincuenta años del
Concilio, y se insiste en la necesidad de renovación: el camino iniciado no ha concluido, es un proceso continuo, abierto y muestra la necesidad de “salir” de las seguridades y mantenernos vivos, que no es sobrevivir, sino ser significativos en el mundo… salir del centro para volver a poner en el centro a Cristo y llevar a los demás hacia este único centro… La renovación exige una conversión del corazón, no sólo de estructuras. Tenemos la responsabilidad de dejar en herencia una vida en continuidad. Salir a una tierra nueva –convertirnos- salir de la propia comodidad, ponernos siempre en camino.
San Benito salió de Roma. Unas salidas simbólicas que hemos de hacer y que han de dar fruto en el tiempo en todo el mundo, como explica tan bellamente Benedicto XVI: El período que pasó en Subiaco, período de soledad con Dios, fue para Benito un momento de maduración. Allí debía soportar y superar las tres tentaciones fundamentales que todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último, la tentación de la ira y de la venganza.
Luego, San Benito salió de Subiaco para asentarse en Montecasino. En realidad, tomó esta decisión pues entró en una nueva fase de su maduración interior y de su experiencia monástica”.
Tú, Hermana María Francisca, empiezas con el Noviciado, esta nueva fase de maduración interior y de experiencia monástica en esta Vida Monástica a la que quieres abrazarte aquí en esta Comunidad.
Según Gregorio Magno, el éxodo del remoto valle de Anio hacia el Monte Casio –lugar elevado que domina la llanura circunstante, visible desde lejos–, tiene un carácter simbólico: la vida monástica en el escondimiento tiene una razón de ser, pero un monasterio tiene también una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: tiene que dar visibilidad a la fe como fuerza de vida.
Hermana María Francisca: Sin oración no hay experiencia de Dios.
Pero la espiritualidad de Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, un poco semejante a la nuestra, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente de este modo no perdió de vista nunca los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas (Benedicto XVI, Audiencia general Vaticano, miércoles, 9 abril 2008).
El Papa, conocía bien lo benedictino y en esta alocución, aterriza en el ORA et LABORA desde la necesidad de la oración a esa nuestra entrega diaria en servicio a las hermanas. Viviendo del trabajo de nuestras manos, de nuestra mente, de nuestro ser.
Tienes en esta fecha como patrona a la Virgen María que tanto quieres. Has recorrido tu historia con ella, tu vocación. Ella que salió al encuentro de su prima Isabel para ayudarla, será tu ejemplo para salir al encuentro de tus hermanas, en la unión fraterna, alegre, sencilla, sobria, prudente, y pacíficamente con pie firme y decidida, como lo rezamos contigo en este pequeño ritual de esta fiesta de vestición, que es acontecimiento también para la Iglesia.
Madre Alejandra, Abadesa
La Hermana María Francisca expresó su alegría a través de una Poesía que tituló:
COMO HÁBITO DE NOVICIA
Se sentían caer desde el tejado
tenues gotas silenciosas,
“suave lluvia” pensó mi alma
y continuó su sueño mucho antes del alba.
Agradecida desperté,
antes de tiempo,
apresurando al reloj para correr
hasta esta tarde y nuestro encuentro.
Al mirar por las ventanas parpadeé:
¡No era lluvia ni rocío,
no era luna ni escarcha!
Era tu mano que pintó mi amanecer de infancia…
Recogías para mí el tiempo hacia atrás,
para buscar a la niñita que te amó.
Renovaste mi inocencia y mi alegría,
tu mano recogió toda mi vida.
Me pusiste, como reloj de arena,
esa nieve que al desaparecer del valle
traerá la primavera de mi alma.
Ha venido precedida, en negro y blanco,
por una noche nevada,
como hábito de novicia…