Palabras de Madre Alejandra en el 39 Aniversario de la fundación del Monasterio

«Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia» 

Ya casi empezando a celebrar los 40 años de nuestra fundación, en tiempos de Pascua, de guerra y aflicción y viendo la debilidad que se nos hace patente en nuestra comunidad por la salud de nuestras mayores, no cesa el GOZO, de nuestro seguimiento de Jesucristo, buscándolo  cada día con más fuerza y esperanza. Así queremos gritar:
¡¡¡ Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia !!!! (Sal 117).

Si, damos gracias a nuestras fundadoras, que en un día como hoy, dejando a sus familias y a su querida Comunidad, abandonan también un pozo milenario y una torre vetusta, para obedecer  a su misión y venir a tirar hacia la derecha de la Barca sus redes. Traían la cruz, la Virgencita ASUNTA, la de las manos grandes, SIGNO DE ESPERANZA Y DE CONSUELO, el reloj, los libros de las horas, las sábanas, los faroles y las lámparas, y dejaban en la casa madre una novicia ya pronta a enrolarse en esta aventura ascética. Lo sublime y lo cotidiano unidos nuevamente. Ese día el Obispo entrega las llaves a MADRE Amparo Moro, quien a su vez las pasa a la nueva Priora, Madre Isabel Arias para guiar la Barca por 21 años. En la explanada se celebra esa primera Eucaristía que inaugura la vida Benedictina femenina aquí en Chile. La fachada colonial abre sus puertas donde se entremezclan las Palmas de San PELAYO con el AVE MARÍA de Mendoza para que entren todas las que el Señor quiera llamar, y  así convertir el Monasterio en un remanso de PAZ, un ESPACIO de acogida a TODOS, un lugar en que aprendamos a amar, a habitar con nosotras mismas, para estar con EL, mirando siempre adelante y confiando en que el Espíritu Santo nos guía y nos protege y nos lo enseñará todo y nos recordará lo que nos ha dicho al oído, para permanecer siempre con El. Porque no abandona esta OBRA DE SUS MANOS.
No queremos dejar de mencionar  y agradecer también, a las Hermanas de San Pelayo que las enviaron, y tampoco a las que vinieron al principio, Hnas. Anselma y Esperanza; a las que ya llamó el Señor, Hnas. Soledad y M. Aurelia; y a las que aún están con nosotras en esta SANTA CASA DE DIOS, Madre Isabel, Hnas Rosario y María Esther.
Con todas las presentes recitamos, Dad Gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.


M. Alejandra Izquierdo M. Abadesa Monasterio de la Asunción
Monjas benedictinas, Rengo