Para mí no es un hecho aislado que se lee de por sí solo sino dentro de una Historia.
En la Liturgia no podemos separar el Misterio del Pesebre del Misterio de la Cruz, y éstos de la Encarnación y de la Resurrección. Y todo esto se remonta a la elección de Abraham.
Estos 60 años de profesión están unidos, o yo no los separo de toda mi Historia de Salvación, que es toda ella como un amanecer que va caminando o intensificando sin discontinuidad. Con esto quiero decir que siento que Dios me eligió desde siempre, “con amor eterno te amé, te elegí y te consagré”. Creo que desde el seno materno hasta los primeros recuerdos que tengo, luego la niñez, la adolescencia, la juventud, no fui más que del Señor y para el Señor. Él me tomó para sí como heredad suya.
Todo se iba desarrollando hacia el Señor, llevada por Él. Decía antes que sin discontinuidad, pero sí hay como dos etapas o dos modos de vivir ese pertenecer al Señor: antes de entrar al monasterio y después de entrar. Pero tengo que decir con absoluta honradez que lo que viví antes empalmó perfectamente con lo que viví después en el deseo de entrega, por lo que todo me parecía poco en canto a lo que encontraba de exigencia.
Mi acción de gracias al Señor es muy constante por las personas que puso en mi vida, pero cuatro son clave: Don Ángel Garraldo, cuando tenía 15 años, Don José Iglesias, a los 17, Madre Amparo a los 19, y el Padre Avelino a los 32. Pero no sé si supera mi acción de gracias por el momento de la Historia que me tocó vivir: 1° el acontecimiento único del Concilio que cambió la vida de la Iglesia y en ella la vida religiosa; la 2° cosa es la época o el momento monástico que me tocó vivir, lo que se podría llamar época de oro, me refiero en España, preparada por la Visita Apostólica y alentada por la Constitución Apostólica Sponsa Christi. Tanto la Visita como la Constitución habían preparado el camino para la renovación conciliar. Personalmente tanto el haber pertenecido a la Acción Católica como y el haber puesto a Don José Iglesias en mi camino me habían dado un horizonte muy amplio en ese espíritu conciliar.
En cuanto a mi camino monástico parece que no me cabía otra espiritualidad, si podemos hablar así, que la benedictina por ser más que la espiritualidad de la Iglesia sin más aditivos.
Como respuesta al Señor nunca dudé de mi llamada, sí tuve crisis…(hablado). Todo me ayudó a crecer como cristiana, mujer y benedictina.
“Dios es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades”. Salmo 99
“…Hasta su vejez, yo seré el mismo…” Is 46, 3-4
Madre Isabel Arias
21 de diciembre de 2018